Aquest es el blog de Climent Sabater

Aqui es on vull depositar el que vaig escrivint o he escrit al llarg del temps. El contingut dels meus escrits, es divers, pero habitualment tenen caire reivindicatiu o social



Fixau-vos que la data de publicacio, normalment, no coincideix amb la data en que es va escriure.



A MIS AMIGOS CASTELLANOPARLANTES:

Os pido un poco de paciencia, hasta que tenga
tiempo de traducir los escritos.



dimecres, 27 de gener del 2016

PINOCHO Y LA VERACIDAD


Geppetto es ese famoso carpintero, que se quedó viudo y no tenía hijos. Había quedado sólo en su pueblo de Italia. No tenía familia. Cansado de estar solo, se construyó un muñeco en forma de niño, articulado y dirigido con cordeles: una marioneta de colores vivos y hecho de madera.
Con el tiempo y por su necesidad de compañía, fue creciendo en su interior un deseo muy fuerte de que aquella marioneta se convirtiera en un niño, en su hijo y, los deseos –muchas veces- se cumplen.

Se dice que fue un hada buena, la que tocó con su varita mágica, la madera de que estaba hecho Pinocho –nombre que le puso el carpintero- y cobró vida. A partir de aquel día, Gepetto tenía un hijo a quien vestir, cuidar y educar, pero que le daría consuelo y compañía.
Aquella hada que concedía vida, advirtió a Pinocho que, su gracia, tenía una condición: Durante su vida tenía que poner en práctica la veracidad. Si no atendía su advertencia, su cuerpo sufriría las consecuencias y todos sabrían que no era auténtico, que era falso, mentiroso. No sería fácil, tendría que esforzarse, pero la recompensa final sería la de vivir una vida más plena y con sentido.

Y pasaba el tiempo. Pinocho era un niño feliz que iba creciendo con normalidad, cerca de su padre adoptivo. Pero ya no era tan pequeño como para quedarse toda la jornada con él.. Un día soleado, su padre le permitió salir a jugar enfrente del portal. Y  así, cada mañana. Pronto encontró otro niño con el que compartir juegos. Su padre le permitía hacerlo siempre delante de casa y hasta la hora de comer, mientras él estaba trabajando en la carpintería. Pero aquel niño era mayor y tenía más experiencia, era mas callejero. Y convenció a Pinocho para ir juntos a las afueras del pueblo, en el campo. Allí vio a unos pájaros que revoloteaban por temor al gato. El animal se iba alejando y los niños lo seguían, sin darse cuenta de que se estaban alejando, ni tampoco de que se hacía tarde. Finalmente, su padre empezó a preocuparse, ya que nunca Pinocho se había retrasado.
Después de un rato largo de angustiosa búsqueda, localizó al niño un poco asustado porque no sabía volver a casa solo.

-          Pinocho, has desobedecido. Sabes que quiero que te mantengas cerca de casa. Tú no conoces los alrededores. ¿Por qué te has alejado tanto?
-          Es que…es que…bueno… no ha sido culpa mía. Yo no quería, ese animal tiene poderes y me ha llevado volando.
-          Que animal, un gato? Un gato no tiene ningún poder. Te lo estás inventando.
-          No papa, no es verdad. Yo no quería…

Fue de repente y ocurrió por primera vez: su nariz comenzó a crecer y crecer, de forma desmesurada. Y Pinocho, al principio, se asustó muchísimo, pues no entendía qué estaba pasando. Su padre lo miraba con tristeza y preocupación, pero ambos llegaron a entender que la advertencia del hada se estaba cumpliendo. Después de unos días de sollozos y de sincero arrepentimiento, su nariz volvía a su tamaño normal.

Después vinieron mas episodios de mentiras de niño, pero Pinocho iba comprendiendo el proceso y aprendía a decir la verdad, poco a poco.
Y creció y entendió el precio de mentir. Se hizo un joven apuesto, conoció más gente de su edad y también a una chica especial. Y la primera vez que mintió, tuvo que huir para que no le vieran en su estado delator.
Estas experiencias le obligaron a cambiar, a ser sincero, a no mentir.

Mientras tanto, su anciano padre falleció, pero pasó feliz sus últimos años de vida al comprobar que su hijo se hacía una gran persona. Y Pinocho, que había aprendido el oficio de su padre, heredó la carpintería y continuó con su negocio.
Era un buen trabajador y tenía muchos encargos. Las cosas le iban bien. Hacía mucho tiempo que su nariz no crecía. Aquella chica guapa se había convertido en su mujer y ya tenían un hijo pequeño que se llamaba Geppetto.

Un día, un cliente le pidió que le fabricara una mesa y 4 sillas. Acordaron el precio y el tipo de madera con la que tenía que realizar el encargo. Se trataba de un tipo de madera de calidad y la encargó a su proveedor habitual, pero éste no disponía de ese material en ese momento y el encargo no podía esperar. Debido a ello, contactó con otro almacén que no conocía tanto.

-          Hola buenos días.
-          Buenos días, en qué podemos servirle?
-          Necesito una cierta cantidad de madera de nogal. ¿Disponen ustedes de este tipo de madera?
-     Vaya, lo siento. En este momento no, pero no se preocupe, le puedo servir madera de pino teñida que, por un precio inferior, le va a dar el mismo servicio.
-    No me sirve. He acordado con mi cliente ese tipo de madera. Y he cerrado el precio de antemano.
-          Eso no es ningún problema, con la madera que le ofrezco usted ganará más dinero y el cliente no notará la diferencia.
-          Bueno, lo notará al cabo de los años.
-    Para entonces, nadie se acordará de su acuerdo. No se lo piense más y aproveche la oportunidad para hacer un buen negocio.
-          Está bien, me ha convencido.


Pinocho pensó en que iba a ganar un dinero extra con esta pequeña trampa y el cliente no lo iba a notar. Se puso a trabajar y entregó a tiempo el encargo. Justo en el momento en que recibía el dinero de su cliente, a Pinocho le comenzó a crecer de nuevo la nariz delante de esa persona y éste se quedó estupefacto al principio y muy extrañado después. Pensó que algo no andaba bien. Pinocho se excusó como pudo y se introdujo en su casa muy avergonzado.

Aquel episodio sirvió de grave escarmiento a Pinocho, que se dio cuenta de que la mentira se aloja en muchos lugares y tiene muchas formas. Desde ese día, nunca se comportó de forma deshonesta ni en su trabajo ni en su vida normal. Con el tiempo, se convirtió en una persona muy apreciada, tanto a nivel laboral como personal. Alguien a quien acudir cuando se necesitaba un consejo o tenía un problema.

Cuando había alcanzado su madurez y sus hijos eran mayores y honrados, pensó que su vida, no había sido nada fácil, pero había valido la pena, porque era una vida plena y llena de sentido y, finalmente,  se dio cuenta de una gran verdad, que el hada no le había explicado. Había tenido que vivir una vida completa para descubrirlo: Que la veracidad es la base de todas las virtudes humanas.


Enero 2016

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