La mayoría de
nosotros, comenzamos y acabamos el día, con una expresión equivocada: “Que si
el sol sale a tal hora o que si el sol se pone a tal otra”. Pero todos sabemos,
aunque no lo pensemos, que el sol no se mueve. Incluso, el día, que para casi
todos, tiene unos límites determinados por la luz y la oscuridad, no es una
verdad absoluta: en Finlandia o en Suecia, por ejemplo, el día y la noche duran
6 meses, de forma alternativa, en invierno o en verano.
Sabemos y
aceptamos que la tierra es redonda. Las generaciones actuales ya se han
acostumbrado a la imagen del planeta azul que vimos por primera vez, gracias a
una de las primeras expediciones espaciales y a los primeros astronautas, pero
durante miles y miles de años y hasta hace unos pocos siglos, los humanos no lo
sabíamos. Un día, alguien nos explicó que había una ley, la de la gravedad, que
permitía que, a pesar de que nos alojamos dentro de una especia de globo, las
cosas no se caen. También sabemos que si un plato lo desplazamos fuera de la mesa,
sí que se cae (y se rompe), pero cae al suelo, no va hacia arriba. Pero todo
esto, tan habitual, ¿nos lo planteamos a diario?.
Volveré al tema
del sol. Como decía, sabemos que el sol ni sale ni se pone. Es un astro 109
veces más grande que la tierra. Hay espacio para 1.300.000 planetas como el
nuestro. Si nos lo planteásemos, resultaría difícil –incluso- imaginarlo, pero
lo vemos cada día y no lo hacemos. Tampoco nos paramos a pensar que el sol es
el que confiere vida a la tierra, ni que los seres que no reciben su influencia
directa, también dependen del sol. Todo esto es muy complicado; sólo algunos lo
entienden, la mayoría de los humanos ni entendemos el sol, ni su importancia. Está allí, lo vemos cada
día. Es un hecho físico y ya está.
¿Y si afirmo
que Dios es también un hecho físico? Mirad: La mayoría estaremos de acuerdo en
que todas las cosas creadas y todo el universo que nos rodea, los humanos
incluidos, tuvimos una causa, un principio, si queréis. Algunos lo llamamos
Dios, otros naturaleza o similar, pero si la creación tiene inteligencia (algo
innegable), la causa que la hizo posible, tiene que ser inteligente.
Y esta “CAUSA”
como el sol, hace posible la vida en la tierra y seguramente –como al sol- no
lo entendemos, pero al astro rey no le pedimos pruebas de su existencia, a Dios
sí.
Publicado en el Diario Menorca. 12.03.2016
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada